martes, 24 de enero de 2012

Dark Days

Mi marido me dijo hoy: "Mira esto", Me impactaron las fotos y me hicieron acordar a Dark Days.
Hace 12 años vivía sola. Pensaba que al vivir sola iba a aprender a cocinar, limpiar, ocuparme de las cuentas y a despertarme con despertador. Pero no, se puede vivir sin cocinar, sin ensuciar más de lo que pueda solucionar alguien en unas horas una vez por semana y a las mañanas siguió despertándome mi mamá por teléfono. El ruido del teléfono es más despertador que el de un reloj, y más cuando la persona del otro lado sabe perfectamente cuando hace falta volver a llamar. Mi mamá se ocupaba también de que tuviera teléfono habilitado. Lo que sí descubrí fue que podía estar bien sola. Más allá de situaciones excepcionales como vacaciones, podía estar bien sola, con mi desorden y mis "manías de vieja" como decía mi abuela que no podía entender que tomara té con un calentador a vela, en un departamento sin televisión, sin cortinas y sin humo (en casa, porque casa siguió siendo por muchos años la de mi familia todos fumaban al menos un paquete por día).
Siempre me gustó caminar de noche y en esa época podía hacerlo con frecuencia.
En el 2000 saqué varias entradas para el BAFICI al azar. Iba caminando hasta el Abasto medio dormida después de muchas horas de trabajo para ver películas de las que solamente sabía el título. Así, totalmente desprevenida fui a ver Dark Days. Al principio entre el sueño y la sorpresa me costó entender que los actores no parecían actores porque vivían de verdad en la calle, o mejor dicho en el subte de Nueva York, que las ratas tamaño gato tampoco eran de película y que la película era en realidad un documental, sobre gente que vivía en casillas al costado de las vías. Me gustó mucho la película y la sencillez del director al contar como la había hecho.
Vivía sola y estaba bien sola, hasta que conocí a alguien y cambió mi vida. Ahora es raro que salga a caminar sola de noche. Sigo viendo gente en la calle y sintiendo la necesidad de hacer algo, aunque la mayoría de las veces lo único que me sale es no mirar para otro lado y otras ni siquiera eso.

miércoles, 18 de enero de 2012

Samsung

Mi marido está arrepentido y me quiere cambiar el celular por un Nokia (siempre me llevé bien con los Nokia) y los otros que no me acuerdo ni cuáles fueron se me perdieron o terminaron flotando en el agua no voy a decir de donde en un momento de descuido.
Saber que los mensajes viejos que no encuentro es por que no están (es decir, quedaron en el Nokia) y no por que sea una inútil, me tranquiliza bastante. Por lo menos hay una explicación. Lo que no es explicable es que alguien guarde información en forma de mensajes autoenviados al celular.
Todavía me sobresalto cuando suena pero de a poco me voy entendiendo con el Samsung.

sábado, 14 de enero de 2012

Enero

Estoy fiaca, enero es un mes con mucho trabajo, menos personas para hacerlo y cada uno hace lo que puede tratando de sobrevivir hasta las vacaciones y llegar sin demasiadas cosa pendientes acumuladas para poder irse "livianito" en lo que a preocupaciones se refiere (ojalá aprenda alguna vez a andar "livianita" de preocupaciones y de equipaje...).
En general mis vacaciones son entrecortadas con sus ventajas y desventajas. Me fui la primera semana de enero y ahora estoy esperando la segunda semana de febrero aunque ya con un poco menos de ansiedad.
Estuvimos en Sierra de la Ventana. Un paraíso el lugar, más la alegría de la familia reunida. Todo bien hasta que mi sobrino empezó con una gastroenteritis de aquellas. Mientras averiguábamos donde lo podía ver un pediatra, un chimango se cayó del nido y se rompió una pata. Nos dividimos. Mi marido, mi hermana y sobrino en auto al pediatra y mi mamá, mis 2 hijas, 3 sobrinos, el chimango y yo caminando a la veterinaria. Seis cuadras, cinco chicos y un chimango en la mano por que en la caja iba un poco inquieto, mas allá de que a la gente del lugar le pareciera una porteñada llevar un chimango caído a la veterinaria, no me sonó del todo irrazonable. La veterinaria estaba cerrada, era tarde pero seguía haciendo calor, las cuadras se duplicaron, los piojos del chimango caminando por mis brazos, más los chicos cansados terminaron haciendo que llegar a la otra veterinaria fuera una odisea. La señora que estaba en la veterinaria era la amabilidad en persona, estaba cuidando a otro chimango caído con el ala rota, e iba a ver si el veterinario lo podía entablillar aunque era un poco complicado por el lugar de la fractura.
Después de varios días mi sobrino seguía con cólicos y fiebre. Terminamos viajando a Bahía Blanca a la madrugada guiados por el mismo GPS que coordenadas mediante nos había depositado unas noches antes en Sierra de la Ventana. Empezamos a sospechar que algo no estaba bien cuando nos hizo salir de la ruta y pasar a una calle paralela sin ningún motivo evidente, pero después de un rato de caminos aparentemente poco recomendables pero afortunadamente desiertos y sin hacer caso de las permanentes indicaciones para ir a contramano, llegamos al hospital. Análisis, pautas de alarma y vuelta a casa, esta vez saliendo de la ciudad por el medio del campo. Me pareció muy raro lo del GPS enloquecido, pero no soy de ir al fondo de ningún tipo de inconveniente tecnológico. Mi marido que piensa que cuando algo anda mal probablemente uno tenga algo que ver, terminó por descubrir que había quedado en "modo peatón" después de llevar a mi mamá caminando hasta la farmacia unos días antes. Llegamos a las cabañas para encontrarnos que mi hija menor estaba con diarrea y fiebre, que sigue hasta hoy aunque ya se está recuperando. Entre una y otra cosa, no supimos que pasó con el chimango.
Ahora estoy en casa intentando entender como funciona el celular nuevo que me regaló mi marido, con la mejor intención de simplificarme la vida aunque sabiendo que ese tipo de regalos es "gastar pólvora en chimangos".

Esta guarda siempre me va a hacer sentir como en casa



Obra de mis hijas y sobrinos

Me hacen acordar a Pepita, la abuela de una amiga

Para mi hermano